D. RAMÓN SOTA, LA AVENTURA DEL MASTERS |
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Hace unos días tuve
el privilegio de comer al lado de uno de los
grandes del golf en España, D. Ramón
Sota; sin duda, el jugador y el hombre que
abrió las puertas de este deporte a
todos los que vinieron detrás, figuras
y aficionados de toda índole que hemos
podido disfrutar de este hermoso juego gracias,
en buena medida, al pionero en España:
D. Ramón.Pues
bien, entre plato y plato, uno iba preguntando
a D. Ramón como era el golf en los 60
y, en especial, como se vivía y jugaba
el Masters en esa época. Hay que tener
en cuenta que yo no hablaba con un cualquiera
en esta materia, sino con una persona que
había jugado el torneo en varias ocasiones
(pasado el corte en la mayoría) y clasificado
en 6ª posición en la edición
de 1965, con unos meritorios -2, en un Masters
ganado por Jack Niklaus, seguido por Arnold
Palmer y Gary Player: ¡¡ casi
nada ¡¡. |
Poco a poco te dabas cuenta de que lo que
contaba D. Ramón del Masters no tenía
nada que ver con lo que habíamos visto
el día anterior entre Tiger Woods y
Chris DiMarco. El Masters de D. Ramón
era básicamente un torneo más, eso sí: uno de los grandes; pero al
fin y al cabo un torneo que significaba para
el “hacer caja”
si pasaba el corte o pasarlas “canutas” si
no lo hacía.Se
trataba de un golf casi de subsistencia, muy
lejos del “glamour” de los “rubios americanos”
que ya entonces tenían bien llenita la
despensa y se volcaban en perseguir títulos
y laureles. D. Ramón entonces tiraba putts
para acercar y no tanto para meter, porque arrimándose
al hoyo podía ganarse unos buenos dólares
de la época. Tirar para embocar podría
significar irse pronto a casa, sin títulos
ni dólares: no podía permitírselo. En esa época, la situación en España era muy distinta y la de los pocos que se ganaban la vida con el golf no era nada fácil. ¿Se imaginan en los 60 a D. Ramón partiendo hacia Georgia para hacer “las Américas”? La cosa no tuvo que ser nada sencilla para nuestro héroe: viajes caros e interminables, soledad, desconocimiento del idioma e incertidumbre por el resultado. Por supuesto, sin patrocínio ni ayudas de ningún tipo: ¿Qué empresa va a ayudar en la España de los 60 a un “desconocido” que juega a un deporte de “señoritos”? Si apenas pudimos ver u oir en este país los éxitos de su sobrino Seve Ballesteros en los 80, ¿quién iba a apoyar a D. Ramón Sota en los 60?. Lo que vimos el pasado Masters con Woods y compañía es una historia bonita, meritoria, llena de talento y trabajo, hermosa de ejecución y emocionante en su desenlace, pero está controlada, calculada …, carece de la emoción y el riesgo que da la aventura: Ramón se iba al Masters sin fijo y sin las espaldas cubiertas. Si las cosas iban mal, perdía dinero; si pasaba el corte, podía comprar alguna que otra chuleta como la en ese momento, en la mesa, estaba dando buena cuenta: jugar para comer ¿alguien da más?. |
Pedro A. García Hernando |